Este es uno de mis más recientes viajes, desde que regresé no han dejado de preguntarme como se nos ocurrió ir a este país, mi respuesta es casi siempre la misma, me parecía un viaje interesante, un ambiente que no conocía, y como siempre hago, busque relatos de viajeros recientes, cuanto más leía más interesante se me hacía, lo hablamos con Sebastián y lo decidimos rápido, viajaríamos a Omán 2 semanas alquilando un 4×4 y un buen GPS.
Nunca había viajado a un destino rico en petróleo, por experiencia la primera toma de nivel de riqueza de un país suele ser el parque automovilístico, y este resulto ser altísimo, en las 2 semanas creo que no vimos ni un coche viejo, todos muy nuevos y enormes todo terreno de hasta 6000 cc., no es de extrañar teniendo en cuenta que la gasolina estaba a 24 cts. de Euro.
Con un tamaño similar a Andalucía y con 3 millones de habitantes, más de la mitad son inmigrantes asiáticos, es un país muy despoblado, la mayoría de habitantes vive en la costa, país desértico y montañoso, la escasa lluvia en las montañas produce torrentes que al secarse dejan zonas inundadas en valles lo que da lugar a espectaculares oasis (wadis) donde se cultivan palmeras, maíz y otras hortalizas
La conducción resulto ser de lo más fácil, modernas autopistas y carreteras todas en muy buen estado, el GPS que nos alquilaron llevaba muchos años sin actualizar y en las ciudades estábamos casi siempre perdidos, pero por lo demás todo resulto perfecto. Por cierto que las ciudades muy modernas sin nada que envidiar a las de occidente.
La vestimenta totalmente blanca de los hombres contrasta con la absolutamente negra de las mujeres, se de resaltar su amabilidad sin duda adquirida de la tradicional hospitalidad de las gentes del desierto, nada más llegar a Sur estábamos tomando fotos a unos pescadores y sin más uno de ellos nos acompañó a lo alto de un montículo donde había una magnifica vista de la ciudad, agradecidos quisimos darle algo de propina y se negó en rotundo aceptarla.
Nos extrañó los pocos hoteles que hay, sobre todo fuera de las ciudades importantes, hasta el punto que en el interior teníamos que desplazarnos dependiendo si había hoteles en la zona, en una ocasión nos hospedamos en un enorme hotel que parecía no se había alojado nadie más que nosotros desde su inauguración, fue una experiencia, nos recordaba al hotel de “ El Resplandor”
Al haber tantos asiáticos, estos monopolizan casi por completo los bares y restaurantes, en estos se puede comer por precios muy económicos, desde 1 a 3 euros sin problemas, con agua o refresco claro, no hay nada de alcohol, casi todos hablan un poco de inglés, poco la verdad, a veces se hacía un poco difícil el entenderse, pero sin mayores problemas.
De lo más interesante eran los oasis, después de muchos km de desierto de arena encontrarse con un verde palmeral es espectacular, curiosamente las mujeres que vivían en estos oasis eran un poco más abiertas y dejaban ver su rostro .
Una muestra más de su hospitalidad la encontramos en uno de estos oasis, Sebastián le pregunto a una mujer para hacerle unas fotos a lo que ella accedió gustosamente, llevaba en las manos un termo con café y nos invitó, mientras tomábamos el café fue casa a por dátiles y fruta para invitarnos, la sorpresa fue que al final volvió a casa y nos regaló a cada uno con una enorme bolsa de dátiles, negándose también a que le diésemos algo a cambio, el mayor regalo fue su cara de satisfacción al ver que estábamos agradecidos por el detalle, cuán distinta y autentica es la gente poco acostumbrada a tratar con extranjeros.