Es muy fácil después de leer a Tolstoi a Dostoievski o la famosa novela de Pasternak «Doctor Zhivago» sentirse atraído por las tierras y nieves de Rusia y más concretamente por Siberia, y quien dice Siberia enseguida se le viene a la mente el mítico tren Transiberiano, pues esto me ocurrió, era un viaje que venía proyectando hacia años, hasta que un verano me propuse más seriamente estudiarme la posibilidad de hacerlo.
Leí mucho sobre el tema, algunos libros y principalmente diarios de otros viajeros, que al final siempre es lo que más me ayuda a despejar dudas, hasta que al final y entre varias opciones, con mi amigo y viajero Sebastián, decidimos que saldríamos desde Pekín hasta Mongolia, donde pasaríamos una semana, Irkutsk, la capital de Siberia central situada cerca del Lago Baikal, y luego con el tren Transiberiano hasta Moscú, no estaba nada mal, todo ello en un mes de viaje y en Diciembre

Ahí nos tenéis, en Pekín, unos días visitando los lugares más típicos, que ya conocía de un viaje anterior, y sobre todo comí por segunda vez un plato Chino que me encanta, serpiente, os aseguro que esta deliciosa. Aquí la verdadera aventura fue la estación del tren, en esta ocasión era el Transmongoliano que debía llevarnos hasta Ulan Bator, estos trenes no son el Orient Exprés, como muchos piensan, son bastante cómodos pero austeros, la muchedumbre era impresionante y los empujones a la orden del día y nosotros cargados con enormes mochilas, hasta que al vernos los policías nos hicieron pasar delante en la enorme cola, todo un detalle que se agradece en estos casos, salimos de Pekin por la tarde, cruzamos la mítica Muralla China en dirección a Mongolia, que por cierto tiene diferentes medidas de raíles que en China por lo que hubo que cambiar todo el sistema de ruedas de cada vagón, eso llevaba horas de trabajo, había casi 40 cm. de nieve por lo que buscamos una bici-taxi que nos llevara a un local de te cercano, el pobre taxista chino pesaba muy poco y al sentarnos con mi compañero en la bici esta se balanceaba y al final tuvimos que llegar a pie.

Ya estábamos en las tierras de Gengis Khan, el gran emperador está muy presente aún en Mongolia, infinidad de detalles nos lo recuerdan a cada instante, al llegar a Ulan Bator no estábamos seguros que nos recibiera nadie, pero si, nos estaban esperando para llevarnos a un hotel céntrico, por la tarde fuimos a dar un paseo por el centro de la capital, el frio era impresionante, no se veía ni un turista, para mí era perfecto ¡!
Muy de mañana salimos con una furgoneta rusa hacia el interior del país, íbamos a pasar una semana en una yurta, la tienda de los mongoles nómadas, con una familia local, fueron unos días inolvidables, la hospitalidad, generosidad y simpatía de aquellas gentes no encuentro palabras para describirla, nuevamente me hice la misma pregunta, donde está en realidad el primer mundo?, realmente hemos progresado tanto como creemos?, realmente vivimos mejor?, somos más felices?…

Aquella familia había sacrificado un caballo para recibirnos y que no nos faltase comida en toda la semana, ósea, caballo cada día, eso sí, con muy diferentes recetas, había 3 tiendas y nadie mas en muchos km., estábamos aislados en el norte del Gobi completamente helado y a 30º bajo cero, llevaba un termómetro, del frio que hacía teníamos la furgoneta con el motor funcionando toda la noche, la botella de vodka con 2 min. fuera de la tienda ya estaba fría. Me quede asombrado con las costumbres medievales que siguen imperando en el país, podría extenderme muchísimo. En la tienda había fuego de leña en una estufa central las 24 horas, esta estufa servía también de cocina, la verdad es que por dentro son muy acogedoras, predominando el color rojo, todo muy bien distribuido y confortable.

Realizamos varias excursiones, muy interesantes, la mejor fue a Karakorum, la capital en tiempos de Gengis Khan, había los restos de un enorme monasterio Budista arrasado por los bulldozers rusos, una aberración. Lo más curioso fue que a la hora de comer llamamos a una casa cualquiera, pedimos permiso para entrar y nos invitaron a comer sin querer nada a cambio, algo casi impensable por otros lares…
La despedida fue muy emocionante, recuerdo perfectamente como se les cayeron las lagrimas a la familia, esos son los momentos maravillosos de este tipo de viajes, momentos que te llenan y que te hacen meditar.

Teníamos que seguir nuestro camino, otra vez al tren, este hacia Irkutsk, el paso de la frontera con Rusia tampoco lo olvidaremos, varias horas estuvieron los agentes rusos revisando el tren, por fin Siberia, nos instalamos en un pequeño pueblo costero del Lago Baikal, Listvianka, en casa de una señora que nos cedió una habitación de su pequeño apartamento de la época socialista.
Irkutsk es una maravilla, sus casa de madera labrada no tienen igual en el mundo, la ciudad es famosa por ser donde fueron confinados los rebeldes decembristas. Unos días allá y por fin, el Transiberiano hasta Moscú, 4 días y medio de viaje donde la parada más larga es de 20 min., muy curioso como entran los viajeros con sus mejores trajes y una vez dentro lo cambian por un chándal o ropa muy cómoda, en cada vagón había una azafata , provonitza, encargada de mantener encendida la caldera de carbón para la calefacción y el agua caliente del samovar, para él te, quitar el hielo que se había formado cerca de las ruedas del tren, y atender a los viajeros .

Había un restaurante donde corría el vodka que daba gusto, caviar, carnes y fue donde descubrí una exquisita sopa rusa, la solianka, ya intente hacerla alguna vez con bastante éxito.
Muy curioso fue cuando, cerca de Ekaterimburgo, vimos el monolito que separa Asia de Europa, simplemente dice Asia y Europa con las respectivas flechas.

Llegamos a Moscú y las primeras noches en el hotel aun sentíamos el movimiento del tren con su traqueteo, Moscú es una ciudad que hay que visitar, el Kremlin, la Plaza Roja, el Bolshoi ( donde asistí a un impresionante «Romeo y Julieta») el famoso metro con sus estaciones monumentales y tantas y tantas iglesias hermosísimas. Pero cuidado con los precios, muchos locales, creyendo el turista que los precios son muy baratos en realidad estos están en dólares y no en rublos, por lo que se incrementa mucho la factura final.
Ya veis, un viaje de lo mas aventurero y para mí espectacular, de estos que al final puedes sacar muchas conclusiones y unas experiencias impagables, fotográficamente no se puede hacer mucho desde dentro el tren, en este sentido lo mejor fue Mongolia, aunque debido al tipo de viaje no levaba mucho equipo, la Nikon Fm3a con un 24-85mm y una compacta maravillosa que siempre estuvo conmigo muchos años, la Minox 35 GT, una verdadera joya, película diapositiva Fuji Provia 100, ni siquiera me lleve trípode.
Aquí podéis ver un audiovisual de las fotos del viaje.


Tú también eres muy buen fotógrafo, sabes captar la luz de un paisaje, no hay más que verlo.
Estas fotos son de mi etapa analógica, no tardaba tanto como ahora en encuadrar.
Gracias Idelfonso.
Ets un punyetero, me fas una enveja quan veig aquestes fotos que no ho saps bè.
Toni, ens veim aviat, are estic preparant es trastos per partir cap a Portugal.
Adeu amic
Hola Toni la verdad que antes de leer tu cronica ya casi tenia decidido mi viaje,pero ahora lo tengo claro,tengo que hacer ese viaje si o si.Mi idea es visitar Nepal luego cruzar al Tibet y despues viajar a Pekin para coger el Transmongoliano,el problema es que solo dispongo de un mes o lo maximo 35 dias,asi que lo tendria que ajustar mucho.En este momento todo es un borrador asi que todo son dudas,por ejemplo ¿deberia llevar los visados desde aqui o sacarlos durante el viaje?o que me recomiendas del recorrido en tren.Muchas gracias y ya iremos hablando