Gracias a una amiga, se me presento la ocasión de viajar de nuevo al Tíbet, no suelo repetir lugares ya visitados, pero volver a esta región tan especial después de 8 años se me hizo muy interesante y no tarde mucho en decidirme, así que en poco tiempo lo organizamos todo y salimos para Nepal, desde donde haríamos los trámites pertinentes y saldríamos hacia Lhasa desde Katmandú por tierra, cruzando parte del Himalaya en una carretera con vistas espectaculares.
Lo primero que me llamo la atención fue la aduana China, mucho más estricta que antes, hasta a 4 agentes tuvimos que enseñar el pasaporte y el visado, se me pregunto si había estado antes y porque volvía, tras una sencilla explicación pude pasar sin más problemas
. No paso ni un día sin que tuviésemos uno o varios controles de pasaporte en el trayecto hasta Lhasa, además de los controles policiales al conductor del bus para controlar que no íbamos demasiado rápidos de un control a otro, eso decían, para mí que era para controlar que no estábamos demasiado tiempo parados en las aldeas tibetanas que íbamos pasando, en fin, una exageración que no hacía más que molestar al turista continuamente, nada parecido a años antes, que al salir de la aduana ya no sabias nada mas de la policía hasta salir del aeropuerto. Para mí que no interesa que vayan muchos turistas occidentales, incluso hablando con el guía me conto que hubo unos años dejo de ser guía ante las numerosas quejas de los viajeros por tantos controles policiales, por lo visto más que ahora aún.
En la capital, Lhasa, hay actualmente el 45% de población China, que no deja de aumentar debido a las prebendas que se dan a los Chinos si se instalan en Tíbet, no hay tanta en los pequeños pueblos, si bien ya van construyendo grandes bloques de edificios al lado de estas poblaciones, lo que hace pensar que en un futuro no muy lejano los nativos tibetanos estarán en minoría.
Otro hecho que me llamo la atención fue la fusión del arte, sobre todo en la decoración de las casas, interior y exterior, se nota la fusión de colores y motivos tibetanos y chinos, en estas decoraciones aparece cada vez más el rojo característico de China.
También en los rótulos, si antes aún podía verse alguno en tibetano, ahora ya es prácticamente imposible, en el mismo Barkhor, en centro del peregrinaje tibetano, antes podían encontrarse multitud de vendedores callejeros con sus sencillos carritos y puestos ambulantes, estos ahora han desaparecido y han sido desplazados a calles adyacentes, mientras el lugar se ha llenado de tiendas modernas con grandes rótulos iluminados, adivináis en qué idioma?
Desde el 2006 opera el tren del cielo, Pekin-Lhasa, este medio acercaría el mundo, sobre todo chino, a uno de los países más aislados tradicionalmente del mundo, y efectivamente, la grandísima mayoría de turistas que se ven ahora son de este país, si bien algo me llamo mucho la atención, en todos los monasterios que se visitan pueden verse fuerzas de seguridad chinas, sobre todo en el Potala, donde prácticamente había un batallón el día que lo visitamos.
Pero mi sorpresa fue que vi a bastantes de estos soldados rezar e incluso depositar dinero en alguna de las numerosas urnas que hay en estos lugares sagrados del budismo, lo consulte y según parece hay bastantes de estos jóvenes soldados que se sienten atraídos por Buda, incluso me aseguraron que entre las nuevas generaciones chinas cada vez tiene más seguidores esta religión, por lo que el famoso tren además de traer turistas, en cierto modo, ha conseguido que Lhasa sea casi un lugar de peregrinación budista, sobre todo de jóvenes chinos, es algo que me sorprendió.
En resumen, cada vez de nota más la sombra del imperio chino, las ciudades como Lhasa y otra importantes, ya son prácticamente grandes y modernas ciudades chinas, con sus avenidas, grandes almacenes y enormes edificios, el ideal que tenemos todos del Tibet solo se ve en pequeñas aldeas y alrededor de los centros religiosos de las ciudades, algo que me produce mucha pena.
Magnifico reportaje, que envidia me dan tus viajes y la posibilidad de plasmar la vida cotidiana de tantos lugares tan diferentes a través de tu objetivo. Un abrazo de un valenciano
Aplastante (y nunca mejor dicho) paso del tiempo
Quina enveja que em fas!
Fantàstic viatjar a terres llunyanes i conèixer gent i cultures tant diferents!!
A través del teu objectiu nosaltres també en podem gaudir.
Gracies!