Desde hace unos veinte años que una anciana holandesa que conocí navegando por el amazonas me recomendó viajar a Ladakh, me quedo el nombre grabado en la mente, reconozco que era la primera vez que lo escuchaba.
Al tercer o cuarto intento lo logre por fin, hable del proyecto de un viaje por el norte de la India a mi amigo Rafael, un hombre no muy viajero hasta entonces, pero me parece que después de este viaje que ya se le despertó la curiosidad de descubrir mundo.
Tuvimos la base en Nueva Delhi y desde ahí volamos a Leh, capital de Ladakh, Dharamsala y Varanasi, después por carretera hasta Agra para visitar el Taj Mahal, visita obligada.
Despues de unos días en el bullicio y caos de Delhi llegamos a Leh, otro mundo, nada que ver con el resto de India, situado a 3500 m de altura entre las cordilleras del Himalaya y el Kararorum, frio, muy seco, poco habitado, solo 260000 habitantes, y zona de la famosa lana de cabra de cachemir. Ladakh es llamado a menudo el pequeño Tíbet por las semejanzas con aquel país.
Decidimos no vacunarnos a excepto de unas pastillas contra la malaria, y pastillas para la altura, imprescindibles, ya que dos años antes lo pase bastante mal en un viaje al Tibet, esta vez no tuvimos problemas, aunque más tarde pille la gripe, pero bueno, una visita a un hospital de refugiados tibetanos y listo.
No éramos más de 10 probablemente los turistas en Leh en esta época del año, Diciembre, lo que hacía que pasear por la ciudad y alrededores fuera un auténtico placer, muchas calles aún sin asfaltar, monasterios tibetanos, el castillo, Stupas, había pocos y sencillos restaurantes locales y un mercado muy pintoresco.
Dharamsala es muy conocido por ser la residencia del Dalai Lama, y de las escuelas tibetanas donde acuden los tibetanos que consiguen pasar la frontera, precisamente este era el motivo por el que quería ir allá, había conocido en Tibet a gente que había estado y sentía mucha curiosidad, visitamos la residencia del Dalai Lama así como varios templos tibetanos donde se enseña la cultura tibetana.
Situado en las estribaciones del Himalaya, Dharamsala es una ciudad hermosa, situada entre verdes montañas y plantaciones de té, así como en Ladakh la población era en su gran mayoría autóctona y tibetana , aquí había mucha mezcla incluso “pintorescos” occidentales.
Aunque tuvimos unos días de convalecencia, yo con gripe y el amigo con un catarro, fue un viaje muy intenso, y con muchas cosas que recordar, toda una experiencia para Rafael, al que creo me costara menos para invitar a otro viaje.